jueves, 21 de agosto de 2014

POR UNA DIGNIDAD MÍNIMA EN NUESTRAS MANIFESTACIONES DE CANARIEDAD.


SE CUMPLEN VEINTE AÑOS DE UNA ILUSIÓN ROTA.

A veinte años de esfumarse la iniciativa, el “Centro Tricontinental  de Encuentros”: una ilusión rota.

Por Pedro José Franco López
Técnico en Patrimonio Histórico y Cultural.




Estábamos en agosto de 1990, se acercaban los fastos del V Centenario del Descubrimiento de América y, desde Canarias, se proponía, al fín de conmemorar y perpetuar tal efemérides: un “Centro de Encuentros Internacionales”, dado el carácter atlántico y americanista de las Islas Canarias.

Proyectado en Monte León, se trataba de una especie de “bunker” que sirviera para celebrar cumbres, reuniones, seminarios  y contactos de rango internacional, sobre todo para Europa, África y América latina y, a todos los niveles: institucional, político, social, económico, técnico, etc.; para ello contaría con las más rigurosas medidas de seguridad y adecuado para citas de alto nivel entre Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno.

El asunto se consideró de tal envergadura que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana aprobó una modificación de las ordenanzas urbanísticas de Montaña Alta; no en vano, la propuesta llegaba desde la CEE -Comunidad Económica Europea- y la inversión estaba prevista en unos mil quinientos millones de pesetas.

Según una interesante investigación periodística de Juan Francisco Naranjo, publicada en Diario de Las Palmas, tras la iniciativa que databa de siete años antes, estaban el que fuera ministro de finanzas alemán Hanss Mathhöfer y el ex canciller Helmut Schmith, habituales visitantes de Gran Canaria y, concretamente, de la exclusiva zona de Monte León..

El Proyecto y sus expedientes que llegaron a las más altas instancias, incluso a la CUMAC y al PIOT, terminó por chafarse y las alarmas saltaron cuando se comprueba que, al margen del denominado “nido de águilas”, se proponía como complemento del mismo: un hotel de 100 habitaciones, una clínica y un complejo residencial de máximo lujo, con la peculiaridad que la clínica tendría entre sus especialidades tratamientos para la obesidad y la deshabituación de tabaco y alcohol. Y, claro, tales prestaciones no respondían al objetivo principal del complejo ni por asomo.

A estos inconvenientes y, para no variar, este tema suscita un ambiente de “guerra fría insularista” y se escenifican los consabidos tiras y aflojas entre las dos  islas capitalinas cuando se destapa “la caja de Pandora” de un asunto llevado con el máximo sigilo por razones obvias.

Es aquí cuando se inicia un espectacular trapicheo, cambalache y  regateo entre siglas y líderes políticos, instituciones de ambas provincias, organizaciones empresariales, incluso las dos universidades entran a trapo, que perduraron hasta mediados de 1994, hace por estos días veinte años. Para no variar y, como siempre, termina por desinflarse y esfumarse esta interesantísima iniciativa en la que tantos depositaron tantas ilusiones y expectativas y que dormirá por ahí, en cualquier cajón.