domingo, 11 de noviembre de 2018

FRANCISCO TARAJANO (D.E.P.) y su devoción por PANCHO GUERRA Y TUNTE


Por Pedro José Franco López

Técnico en Patrimonio Histórico y Cultural.

 

El Poema que Tarajano le dedicó a Pancho Guerra, no sólo exaltó su memoria y su obra, sino que puso en valor la canariedad, la pura identidad y el territorio todo del Municipio de San Bartolomé de Tirajana.

 

La noticia de su ida nos coge en plena preparación de una columna sobre la aquella magna y culta, realmente culta, Inauguración de la Casa de la Cultura Pancho Guerra", en Tunte, de febrero de 1977, de la que en breve daremos cuenta.





La casualidad ha hecho que coincidieran en fechas el fallecimiento del grande entre los grandes Francisco Tarajano Pérez (Poeta, Escritor y defensor del acervo popular de Canarias y de la Identidad Canaria) y la inauguración -presentación- del Centro Cultural Pancho Guerra, en Tunte.

Es por eso que nos coge la noticia con la documentación ante nuestra vista de aquella suntuosa y culta, realmente culta, inauguración de la Casa de la Cultura "Pancho Guerra", de febrero de 1977.

Tuve ocasión de charlar con Francisco Tarajano, aquella tarde de 1º de agosto de 1993, cuando se efectuó el traslado de los restos de Pancho Guerra desde el Cementerio de Vegueta al de Tunte, dicho sea que tengo a gala y honor el haber coordinado aquel traslado, por encargo del por entonces alcalde de San Bartolomé de Tirajana, José Juan Santana Quintana.

Ante los restos de Pancho Guerra, cubiertos por una bandera canaria y, ante el monumento erigido a la memoria del insigne escritor y periodista y también defensor del acervo y léxico costumbrista canario, obra de Santiago Vargas, se leyeron varios discursos y poemas, entre ellos, intervenía Francisco Tarajano con la lectura de un poema que, no sólo exaltó la memoria y la obra de Pancho Guerra, sino que puso en valor la canariedad, la pura identidad y todos y cada uno de los rincones del Municipio de San Bartolomé de Tirajana.

Sus facetas como: poeta, escritor, historiador y profesor; así como su sabiduría popular y sentir canario, quedan de sobra manifiestas en cada línea de aquel Poema que venía a decir:


1º de agosto de 1993
A PANCHO GUERRA.


Regresa Francisco Guerra Navarro
a su tierra natal de Tirajana
sorriba del olvido el risco y barro
y traza las besanas del mañana.

También viene con él Pepe Monagas,
hechura fiel de noble campesino
que heredara de magos y de magas
el saber y el decir, el temple y tino.

El cumbrero, que lo conoció niño,
en su Tunte lo acoge con cariño
y les dice a los hijos de sus hijos:
Aprendan releyendo a Pancho Guerra,
el hombre más egregio de esta tierra,
que la gloria alcanzó con trazos fijos.

Sus penas y sus dichas confundidas
cayeron al barranco de la nada,
quedan su obra y fama florecidas
que el ferruge del tiempo no degrada.

Los nacientes de ayer hoy son sequero,
se camba y enmudece el alto pino,
se secan los almendros del vecino,
solloza el culantrillo del tayero.

Se altera el dulce hablar del aparcero,
se aburre sin silbido el buen bardino,
lloran las viejas aspas del molino
porque en Tunte no hay millo en el granero.

Muchas palmas se han muerto. El campesino
que descendió a la mar dice al costero:
No se ha muerto el tesón tirajanero,
lo que muere es el habla del camino.

Más, por Fataga, Ayacata y Taidía,
Pepe Monagas va con Pancho Guerra
y escuchan los ecos de una folía
que el sentir de Canarias todo encierra.

Tirajana y Pancho Guerra,
Pancho Guerra y Tirajana:
la madre que lo naciera
y el hijo que le da fama.
Por veredas de Tunte
corre un chiquillo
escogiendo saberes
del campo y risco.

Pancho Guerra se retrata
como buen tirajanero
en su Pepito Monagas,
estampa viva del pueblo.

De El Ingenio y Agüimes
y Valsequillo
y Telde y Ciudad
coge los dichos.

Por Santiago subo a Tunte
a escuchar a Pancho Guerra,
bernegal que me destila
los decires de mi tierra.

Que toque el tole
la extraña trulla
que a los canarios
me los trabuca.

Vuelve a ti, Tunte castizo,
al soco de tus entrañas,
el canario Pancho Guerra
que copió y fijó tu habla.

De niño quiso
coger la luna,
si llegó al Teide
fue por su pluma.

La tierra que lo naciera
tendrá más fresca memoria,
más vida tendrán las letras,
más savia tendrá la historia.

De Ayagaures a el Tablero,
de Juan Grande a Arguineguín,
el autor tirajanero
tendrá laureles sin fin.


Y en las rubias arenas
de Maspalomas
repetirán por siempre
risueñas olas:
¡Viva esta tierra,
cuna y tumba señeras
de Pancho Guerra!.

Pancho Guerra aquí se queda,,
en cumbres de Tirajana.
Su obra será palma enhiesta,
granero de idiosincrasia,
voz perenne que amonesta
a la gente de Canarias:

¡Defiendan el habla nuestra
que es la morada del alma!.

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