domingo, 2 de diciembre de 2018

CAMINOS DE AZUL Y PLATA (y estrellas fugaces a las que encomendarse)


Por Pedro José Franco López.

Técnico en Patrimonio Histórico y Cultural.

 

El ambicioso Espectáculo "Caminos de Azul y Plata" nace lo suficiente digno como para surcar los Escenarios canarios.




El pasado sábado, día 1º de diciembre se estrenó en el Centro Cultural Maspalomas, la tan esperada obra de Teatro, Música, Baile (y Sentimiento) "Caminos de Azul y Plata", con el peso máximo de la Producción en la "Agrupación Folklórica Umiaya", ambicioso proyecto que dirige  Noé Peña Rodríguez.
Al esfuerzo realizado en su puesta a punto para lo que se viene trabajando arduamente desde el mes de septiembre, hay que añadir el esfuerzo extra que supone hacer doblete el mismo día y satisfacer a su pueblo y a su gente con dos representaciones, a las 18,- y a las 20,- horas, con apenas una hora de intervalo entre ambas.
A "Umiaya", tuve el altísimo honor de presentar en sociedad el 16 de abril de 2016 y nunca voy a agradecer lo suficiente a Noé y a su equipo el que me dieran aquella oportunidad.
En aquella ocasión decíamos que: "Cuando dentro de veinticinco años, el acontecimiento de esta noche cumpla sus Bodas de Plata, los que estemos (o los que estén) podrán decir: "Yo, aquella noche  estuve allí" y fardaremos (o fardarán) de ello.

No va desencaminada la cosa, "Umiaya" ya ha recorrido gran parte de la geografía canaria y los principales Programas de Televisión especializados, con su saber hacer en la Música, el Baile y el Canto tradicional canario y ya han dado pasos en el mundo del espectáculo o teatralización, por ejemplo, con ‘Los cuentos de la vieja’, una historia vinculada a la intrahistoria de la Noche de los Finaos.
Ahora nos sorprenden con un musical teatralizado, basado en un hecho real extraordinario y, dedicado a la memoria de los numerosos canarios que se vieron forzados a emigrar en las primeras décadas del pasado siglo XX.
 
Según cuentan el profesor de Folklore de la Escuela de Música, Cristóbal Vega Rodríguez, uno de los principales impulsores de este espectáculo junto a la estudiante de violín Noelia Santana Martel: “Con esta propuesta pretendemos hacer un sentido homenaje a todos los seres humanos que en algún momento de sus vidas se vieron obligados a dejar su patria por diversos motivos. Es una problemática que parece no tener fin en nuestros días. Canarias ha sido -y está siendo- testigo presencial de este fenómeno social que desgarra a sus protagonistas”.
Cristóbal y Noelia son los artífices de la Idea Original del espectáculo y a decir verdad logran con creces el propósito de romper el proscenio (la barrera existente entre el escenario y el patio de butacas) y fluyen por todo el espacio los sentimientos y las emociones hasta el punto en que no sabes dónde se acentúan más, si entre los actores o el público.
El grupo de Baile de "Umiaya", que a su vez son el elenco de actores y figurantes de la trama, está dirigido por Natalia Talavera Román a la que se le agradece el que en ciertos momentos rompiera la fina capa de frío hielo de la nostalgia y la "morriña" que invadía la escena; por ejemplo, con una media juerga de cantos y bailes propios de una romería a Teror (no podía faltar el guiño hacia el fervor mariano a la Virgen del Pino, que también se profesa desde la lejanía).
Francisco Guerra García, da el toque sugerente en cada escena, con una Iluminación y audiovisuales y unas luces y sombras perfectos para la ocasión, además de unas estrellas fugaces muy oportunas.

Echamos en falta en el (bastante escueto) Programa de mano quién estuvo a cargo del Vestuario y complementos, que estuvo perfecto y que nos ayudó a entrar en sintonía con el espectáculo, la trama y la ambientación en general.


Parada obligatoria para comentar la Dirección Escénica y la Dramaturgia que estuvo a cargo de Adán Verde Ojeda, con la ayuda de Magdalena Sánchez Monzón. Hay que destacar que en una hora larga de representación hubo siempre movimiento dinámico en escena y, en algunos momentos "estrella", con "cuadros plásticos" muy sugerentes y sombras y luces con toques de maestría. Toques de maestría, muy propios de Adán Verde, en la escenificación y el reparto escénico que, en este caso, tienen a las Maletas, como protagonistas y dueñas del espacio, además de una pequeña barca llamada "Paula".


Llama la atención la forma de resolver el que en el propio escenario tuvieran cabida: el "foso musical", un grupo de baile y la ubicación de veinte y  tantos actores. Esto no es nada fácil en un escenario que no se caracteriza por su generosidad en espacio; sin embargo, se logra y se sale airoso de situaciones complejas (incluso la del desembarco de los pasajeros de un barco que no vemos, y que lo hacen siguiendo las indicaciones -perfectas-, del capitán y el sobrecargo).

La Dirección Musical y los Arreglos, como era de esperar y nos tiene acostumbrados, perfecta a manos del maestro Noé Peña, acompañado con un equipo de músicos (y músicas) que aunque estaban ocultos, no dejaron de estar muy presentes en el transcurso de todo el espectáculo.

En cuanto a la Coral de voces, que brilló con "Pájaros en el aire", destacar las intervenciones de las solistas: Pino Herrera, Josefa Suárez y Maruca y, la de los solistas masculinos: David Herrera y  Mahy Ravelo; obviamente, merece mención aparte los solos del tenor Alejandro Ramírez, que interpretó a Juan "el isleño" de joven y que se ganó los vítores del público con su "Adiós Canaria querida".

LA OBRA "CAMINOS DE AZUL Y PLATA"

Desgranamos lo mínimo la obra, desvelando sólo lo justo; empezando por decir que nos resultó gratificante el que se recurriera a la relación intergeneracional, para resolver el hilo conductor de la misma que no era otro que una amarillenta carta con aroma a Habano, a Caña de Azúcar y a Ron...

La obra "Caminos de Azul y Plata" tiene una sobrecarga de emoción y sentimiento, al poner de manifiesto que la situación más habitual en la emigración es el comienzo de un proyecto personal en donde se parte en solitario dejando atrás el lugar de origen. Para ello tendrá que comenzar de nuevo a establecer relaciones sociales, a tener nuevos contactos, a crear relaciones de amistad e incluso  a formar una pareja y familia.

Esta situación de separación la viven algunas personas como una ruptura  de vínculos difícil de llevar, en donde se siente un vacío interno; aunque esta realidad difícilmente se daba entre los canarios que allá dónde iban se arropaban y constituían en Asociación, para no perder ni olvidar vínculos y valores heredados y arraigados.

El Escenario lo domina un océano azul y Luna plateada, que provocan ansiedad, nostalgia y angustia (escenificadas con Malagueñas y Arrorró) y, sobre un cielo que en ocasiones atraviesan sucesivas estrellas fugaces a las que pedirles los deseos soñados, por ejemplo con la canción "Vuelvo para vivir", que invita a la esperanza y optimismo, con arreglos que se me antojan pegadizos y que termina convirtiéndose en la canción estrella del espectáculo.


El final del Guión del Espectáculo, confeccionado por los miembros de la "Agrupación Folklórica Umiaya", entra en un juego consciente o no, con el público (que no quiere que el espectáculo termine), y le ofrece hasta tres posibles finales, sucesivamente.


Y como la laceración de la emigración está tan presente hoy en día, en que cada telediario nos acongoja con nuevas y cada vez más dramáticas imágenes, y a sabiendas de que nadie deja su tierra por gusto; "Caminos de Azul y Plata", culmina definitivamente con aquello de:

Tierra mía, tierra mía,
tierra donde me crié,
huertita que quiero tanto,
higueritas que planté,
¡adiós, para siempre adiós!

¡Adiós gloria! ¡Adiós contento!
¡dejo la casa en que nací,
¡dejo la aldea que conozco,
por un mundo que no vi!

Dejo amigos por extraños,
dejo, la tierra por el mar,
dejo, en fin, cuanto bien quiero...
¡Quién pudiera no dejarlo!...

No me olvides, queridita,
si muero de soledad...
tantas leguas mar adentro...