Nace en Maspalomas en junio de 1924, en el seno de una de tantas familias entroncadas en la Maspalomas más ancestral: la formada por: Fernando Rodríguez Artiles y Pino Vega Santana, en una vivienda situada dónde hoy, el hotel Las Margaritas; trabajó en una tienda de aceite y vinagre en Buenavista -hoy Bellavista-, hasta que su familia hubo de trasladarse a El Matorral, dónde pasa su infancia y juventud, cultivando tomates con Juliano Bonny, trabajos que continúa realizando una vez de vuelta a Maspalomas.
Contrae matrimonio en la ermita antigua de Maspalomas, con Jesús Guerra Perdomo -procedente de Aldea Blanca- y vuelta al Matorral, dónde sus suegros -que tanto le favorecieron-: Victoriano Guerra y Agustina Perdomo, le construyen a la pareja una vivienda, hecha de piedra y barro.
La tragedia de perder un hijo, que en Verónica se repite hasta en tres ocasiones (Carmen, Ramón y Carmelo), o te derrota de por vida o te imprime un especial carácter; y eso fue lo que hizo la vida con Verónica; las duras adversidades y los sacrificios, le imprimió un carácter fuerte y aguerrido; con el que luchó, para hacer frente a las adversidades que la vida le tenía reservadas.
Verónica se pasó muchísimo tiempo presumiendo de que le ganaba años a la vida; presumía de ser la más vieja del pueblo y, si alguien le ganaba en años, argumentaba que ella era la más vieja, pero “de las que caminaban”; cuando dejó de caminar ligeramente, cogió el taca-taca y, después la silla de ruedas, hasta que tuvo que dejarla también y resignarse a ver discurrir el tiempo desde su casa; pero, eso sí, recibiendo a familiares y amigos y, como dice su hija Pino, dándole a la lengua, la que nunca perdió.
Quién se encargue allá arriba de establecer el orden de partida, se las va a tener que ver con Verónica; pues a nadie se le escapa que se ha ido más “rascá que un piojo”, porque tenía ilusión por llegar al siglo de vida y echará de menos el ser homenajeada y las flores y abrazos que tanto le gustaban.
Hemos de añadir que con la marcha de Verónica, no se pierde su legado intangible; sus hijos, nietos y biznietos lo custodiarán. Bien que se encargó muy mucho ella de transmitírselos.
Suso, Alfredo, Olga y Pino… nietos y biznietos de Verónica: ahí tienen un claro ejemplo de cómo luchar y de cómo hacerle frente a las adversidades de la vida.
Reciban sus hijos, nietos y demás familia, nuestro más sentido pesar. Su sepelio tendrá lugar hoy viernes (5 de abril), a las 12,- horas, desde el Tanatorio hasta la Parroquia de San Fernando, dónde se celebrará la Misa-funeral y, desde allí al cementerio de Pedrazo.
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