Por Pedro José Franco López
Me llega la invitación para participar en el suplemento “Enfoques”, dedicado monográficamente al Proyecto de Reforma de la Ley 11/2019, de 25 de abril, de Patrimonio Cultural de Canarias, presentado por la Dirección General de Cultura al Consejo Consultivo, cuando estaba confeccionando una reivindicación para la nominación de Bien de Interés Cultural -BIC- a múltiples manifestaciones inmateriales, espacios, vestigios e inmuebles del sur grancanario en general y, de San Bartolomé de Tirajana en particular; sobre todo, porque los últimos Inventarios arqueológicos y etnográficos del Cabildo de Gran Canaria, ponen a este municipio a la cabeza -con diferencia-, de los 21 municipios grancanarios; dato que era de esperar, no en vano, es el municipio más extenso de Gran Canaria, ocupando casi una tercera parte de la isla.
Nos guiaba hacerlo a la vista de las declaraciones de un alto cargo autonómico en que manifestaba que “había demasiados” BIC en Canarias y que “algunos de los Bienes de Interés Cultural de las islas no reunían las condiciones para tener esa categoría”; y, preocupado también por el estado en que estarían aquellos 156 expedientes de BIC, que fueron anulados, mediante publicación en el BOC de la Orden de 11 de marzo/2020, dando cumplimiento a la sentencia 157/20149, del Tribunal Constitucional y que supuso un fuerte varapalo para el Patrimonio de Canarias; traduciéndose que se tendría que partir de cero para intentar declarar Bien de Interés Cultural (BIC) a un buen número de enclaves, yacimientos, bienes inmateriales y edificios de las ocho islas, quedando en el limbo y al desamparo gran parte del Patrimonio Histórico y Cultural de Canarias, que son nuestra principal riqueza.
Entiéndase nuestra preocupación cuando, concretamente, en San Bartolomé de Tirajana, y entre aquellos 156 Expedientes de BIC, poniendo tan sólo dos ejemplos, figuraban: la Montaña de los Huesos, originario “pueblo de Tunte” (toda una aldea -de más de un centenar de cuevas- abierta en el interior de la piedra), y la Ermita troglodita de Santa Águeda (El Pajar-Arguineguín) que, con casi 700 años de antigüedad, se remontan sus orígenes, al periodo prehispánico relacionado con los frailes franciscanos arribados a Gran Canaria en misión de evangelización.
Por lo expuesto hasta ahora, he de decir que, “Enfoques”, el espacio dominical de los periódicos “La Provincia” y “El Día” es de ámbito territorial de toda Canarias, mi aportación va a ponía el foco, principalmente, en las zonas costeras de nuestras islas, donde radican la gran parte de las zonas turísticas y dónde todo vestigio patrimonial y cultural fue obviado completa y absolutamente; a este respecto, se me deben admitir algunas licencias y el que más desde la objetividad, algunas veces me exprese desde el sentimiento-; ya que contemplé en vivo y en directo como derribaron todas las casas -y casonas-de arquitectura tradicional canaria que salpicaban todas las fincas maspalomeras (incluida la de mi familia) que, como medianeros del conde, las habitaron varias generaciones desde siglos atrás; como es de deducir, desaparecidos también todos los vestigios históricos y etnográficos que había por los alrededores; y, aquellas tierras, en su día dedicadas a la agricultura, labranza, pesca y pastoreo, y a partir de los años treinta del siglo XX, a la zafra tomatera, fueron cediendo espacio a una industria turística.
Los urbanistas de principios de los años 60 del siglo XX,
-bastante insensibles-, no fueron muy inteligentes y las administraciones de
entonces y sus representantes -por ignorancia o desconocimiento-, ya que no voy
a caer en aquella cantinela facilona de que actuaban por interés, fueron
exageradamente permisibles y se arrasó -literalmente- y sin contemplación
(salvándose contadísimas excepciones), con todas las viviendas del pueblo
maspalomero; imaginemos por un
instante aquellas casonas, sobre todo las de los mayordomos y medianeros,
convertidas hoy en día en Centros de Interpretación, Museos, grandes
Restaurantes, Centros Oficiales, sedes bancarias, etc.?
Cuando hablamos de Patrimonio nos referimos a la herencia de bienes materiales e inmateriales que nuestros padres y antepasados nos han dejado a lo largo de la historia. Se trata de bienes que nos ayudan a forjar una identidad como pueblo y que nos permiten saber quiénes somos y de dónde venimos, logrando así un mejor desarrollo como personas dentro de la sociedad; si nos lo esquilman, como en el caso que nos ocupa, tenemos el que: Maspalomas, hoy en día, -sin el turismo-, quedaría reducida prácticamente a la nada, ya que nos robaron la memoria histórica y es que, a principio de los años 60 del siglo XX, se hizo tabla rasa; se esfumó de la faz de la tierra, no sólo las viviendas de los maspalomeros y maspalomeras, que ocuparon sus antepasados durante cientos de años, sino todos los vestigios culturales, sociales, etnográficos, medioambientales y paisajísticos, que constataban unas vivencias de siglos.
Por todo ello, consideramos que, quizá sea Maspalomas el ejemplo más ilustrativo, de la problemática existente, común a la gran mayoría de los municipios costeros canarios (zonas turísticas); y es el hecho de que, gran parte de su población, sobre todo niños y jóvenes, padezcan un desarraigo, desinterés y, sobre todo, desconocimiento de su entorno, (no se ama lo que no se conoce); por lo tanto, consideramos que las distintas administraciones tendrían que aunar esfuerzos, a fin de implementar el sentimiento de arraigo y pertenencia entre la población de estos espacios y hacer que se sientan orgullosos del lugar que habitan.
Y, como decíamos, problemática que hacemos extensiva a los extranjeros residentes que han hecho de estas islas su casa o su lugar de trabajo; y a los turistas que nos visitan que, en el mayor de los casos vuelven a su lugar de origen sin tener una ligera idea del Patrimonio Cultural, del lugar dónde estuvieron;
Empezando a recapitular, consideramos que, por parte de las altas instituciones, (asesorando y colaborando a cada uno de los municipios afectados), urge enmendar la plana de aquellos expedientes de BIC caducados en 2020, vale que sea con otros criterios, pero al menos que se protejan lo antes posible los más importantes o trascendentes; y el resto, aquellos “bienes que se considere necesario que estén protegidos, pero sin tener que ser BIC” queden también suficientemente reconocidos, con la “figura intermedia” que se propone y siguiendo un procedimiento reglado para su nominación.
Finalmente, y partiendo de la base de que, como dijera el prestigioso intelectual y figura clave de la Literatura Universal, Jorge Luis Borges: "la Historia es un acto de fé”; tal que así debe considerarse el asolado Patrimonio Cultural de aquellos pueblos canarios que fueron arrasados despiadadamente, muchas veces a cambio del “chocolate del loro” y, con el progreso y porvenir como excusa.
Para ello, osamos proponer también que, no estaría de más que desde la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias y, haciendo uso del BIRP -Bienes de Relevancia Patrimonial Insular- se ponga en valor aquellos hitos históricos (grandes desconocidos por la población), teatralizándolos y convirtiéndolos en prodigiosos espectáculos, que vendrían a enorgullecer a cada pueblo, perpetuándolos en la memoria colectiva; además y sin duda, empoderarían nuestros destinos turísticos, ganando un considerable músculo cultural; como muestra, existen varias y valiosas manifestaciones en este sentido, en varias de nuestras islas.
Las Productoras canarias, creadores y profesionales del diseño y de la organización de espectáculos, harían auténtica magia con: La Aguada de Colón en Maspalomas en 1502; el desembarco de los gallegos en Arguineguín con la imagen de Santiago “el chico”; las batallas en la Casa fuerte del Romeral, defendiendo las Salinas; las andanzas en el siglo XV de Jean de Bethencourt y el rey aborigen Artemi Semidán, en Arguineguín; modos de vida de los primeros canarios en los Riscos de Tunte, etc.
Se lograría perpetuar en la memoria colectiva momentos épicos de nuestra historia y nuestro acervo histórico y Patrimonio Cultural adquiriría un alto bagaje y empaque; además, nuestros destinos turísticos se revalorizarían, diferenciándonos cualitativamente de otros destinos competitivos.
En tiempos de Internet e IA -Inteligencia Artificial-, administrar el pasado es cada vez más necesario en sociedades en las que los valores heredados de nuestros antepasados penden de un hilo y el desarraigo y la falta de sentido de pertenencia es la norma cotidiana.
Es por lo que, finalmente dejamos clara nuestra convicción de que nuestro atractivo turístico será mayor y nuestras promociones serán más efectivas, en la misma medida en que revaloricemos nuestras señas de identidad: nuestra Cultura; nuestra Historia; nuestro Patrimonio; Nuestra Identidad; nuestros Valores; nuestras Tradiciones…
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