sábado, 23 de marzo de 2024

EL BARRIO DE LAS COLORADAS, “METAMORFOSEADO” POR LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

 


EL BARRIO DE LAS COLORADAS, “METAMORFOSEADO” 

 POR LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS



Cinco décadas de aquella iniciativa Vecinal:

Solidaria y Reivindicativa.











EL BARRIO

Las Coloradas” es un popular barrio que, administrativamente, pertenece a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde se agolpan sus casas terreras, cuya construcción dio comienzo en 1959 y, según reportaje de Elisa Ardoy en La Provincia de -15 de junio de 2009-, unos 120 metros cuadrados de terreno, costaban 12.000.- pesetas (72,12) euros; y se fabricaban a ratitos, entre sancochos, por los propios vecinos y, de manera tan organizada que, para diseñar sus calles, de su propia iniciativa “mandaron a buscar a un maestro que les asesorara”. Era tan fuerte el vínculo de solidaridad que desde siempre existía en el vecindario, que vale como ejemplo lo ocurrido en los inicios de la configuración urbanística del barrio, cuando algunos vecinos llegaron a hipotecar su propia vivienda, para conseguir el dinero que otro necesitaba para construir la suya.

El núcleo de población toma una fisonomía casi rectangular adaptada al terreno sobre el que se levanta. Recibe su nombre de la montaña homónima junto a la que se asienta, , cuya capacidad tiene agotadas toda posibilidad de crecimiento por el relieve donde se ubica; una pequeña meseta casi cuadrangular donde los lados Norte, Oeste y Sur son las rampas de la meseta y el Este es la frontera con el límite de la zona de seguridad -perímetro de la zona militar del Ministerio de Defensa-, que ocupa gran parte del suelo de La Isleta.


Fue a principios de la década de los años 70 del siglo pasado, cuando se puso el foco en la problemática social del barrio de Las Coloradas y lo que se nos mostraba eran escenas, más bien propias de las Hurdes cacereñas y reflejadas en el documental “Tierra sin Pan”, de Luis Buñuel (1933).

Según manifestaciones del colaborador de la Asociación de Cabezas de Familia: Pedro Bolaños; “No teníamos ni agua, ni alcantarillado, ni carreteras”, ni luz eléctrica y nos alumbrábamos con luces de carburo, luego con velas y petróleo hasta que llegó el gas”. Sobre el estado y las condiciones del barrio, añade “Los niños jugaban en las calles de tierra y piedras que se encharcaban cada vez que llovía, íbamos con las barricas de vino a coger agua del mar, que utilizábamos para ducharnos; un burro se utilizaba para la recogida domiciliaria de basuras y un habitáculo prefabricado por los propios vecinos, que hacía de Salón de Actos, de Iglesia y durante la semana de Escuela”, que costearon a base de recogidas de botellas, de papeles y de la propia aportación de cada vecino”.

Sin embargo, no era “Las Coloradas” el clásico barrio de suburbios o de chabolas, de niños sucios y harapientos; nada de eso; era un barrio en el que cada vecino se encargaba de mantener limpia su parte de calle y, como quiera que por parte de las instituciones se le daba la espalda, decidieron poner manos a la obra para dignificar su vida comunitaria; hicieron frente a todos los problemas, improvisaron los servicios y el barrio se sentía orgulloso de lo que tenía, producto de su propio esfuerzo.

Ante su lamentable situación, los vecinos deciden plantarse y dar una sonoro “aldabonazo” y se unen para reivindicar que su precaria vida cambie a fin de, tan sólo parecerse, al resto de sus conciudadanos del resto de la capital de la isla, Las Palmas de Gran Canaria, a la que pertenecen; para ello, ni cortan calles, ni queman contenedores de basura -estaban por venir-, ni despotrican lo más mínimo, con algarabías y jacarandas; todo lo contrario: deciden montar un espectáculo anual: la escenificación de “La Pasión y Muerte de Jesús”. De común acuerdo, todo el pueblo y todos a una, como un Fuenteovejuna grancanario, se proponen hacerla a lo grande, al aire libre; con la intervención de más de mil participantes entre actores, actrices y figurantes; se plantea preparar las infraestructuras necesarias para acoger a unos 20.000 espectadores, pretendiendo que se perpetúe en el tiempo y que termine convirtiéndose en un evento de interés religioso, social y turístico.

La dirección recurre al texto original de Enrique Zumel, tratando de emular -salvando las diferencias-, a las míticas representaciones, algunas de ellas con siglos de existencia, que se celebran en territorio peninsular; queriendo demostrar de lo que es capaz un barrio ninguneado por mejorar sus condiciones de vida.

LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Isidro Gómez López: Realizador del espectáculo de La Pasión y Muerte de Jesús, además, cuidaba al máximo todos los detalles que lleva consigo el montaje de una obra donde intervienen tantos actores; Isidro era muy conocido en el ambiente cultural y festivo de la ciudad, no en vano era un excelente titiritero y marionetista creador de los guiñoles “Chopito y Chaporro”, con los que recorrió, durante años muchas fiestas populares de las islas; Las Palmas de Gran Canaria le homenajea nominando una calle a su nombre, junto a personajes de la talla de José Milllares Sall, Fachico Rojas Fariña y Josefina de la Torre, entre otros.

Del magno espectáculo se responsabilizarían las fuerzas vivas del pueblo: las directivas del Teleclub y de la Asociación de Cabezas de Familias -modelo entre las de su género-; miembros de esta Asociación, llegaron a manifestar en su día que “el Ayuntamiento llegó a no reconocerles como parte integrante del municipio de Las Palmas de Gran Canaria”, por lo que, desde su fundación en 1969, asumieron la tarea de luchar para que sus justas reivindicaciones fueran atendidas.

Isidro Gómez, sentado en uno de los pupitres de la Iglesia-Escuela, explicaba los detalles del montaje que, como primer paso y, cada año, convocaba previamente un concurso para publicar el cartel anunciador del evento que, en alguna de sus ediciones, se llegaron a presentar hasta 78 propuestas. Lo patrocinaba la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria y se otorgaba un premio único de 10.000 pesetas, celebrándose la exposición en la sede de dicha entidad de la Calle Mayor de Triana y en el Castillo de La Luz; en 1971, el pintor Rafaely obtuvo el primer premio, mereciendo lo propio las creaciones de Rafael de Andrés en 1972 y 1973. En 1974, año en que el Concurso adquirió ámbito Regional, José Pradera sería el ganador, repitiendo premio en 1975.

La escenificación de los distintos “cuadros” de La Pasión, se desarrollaba sobre una superficie aproximada de 60.000 metros cuadrados: la montaña de los Canarios, se convertía en el Gólgota, el caserío de Las Coloradas -convenientemente disfrazado y decorado-, sería Jerusalén (Huerto de los Olivos, Palacio de Pilatos, Casa de Caifás, lugar de la Santa Cena, etc. El público se acomodaba en el campo de fútbol y sus gradas, habilitándose otros espacios para los espectadores en pie, así como para cercar los rebaños de camellos, cabras, caballos, etc.

Isidro, resaltaba algo muy peculiar: los técnicos de sonido eran los mismos de la emisora Radio Ecca, que el Ejército participaría en las escenificaciones con su Banda de Música (Cornetas y Tambores) y que, para suplir la “música en conserva”, se contaría con la valiosa colaboración de la Coral Polifónica de la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, bajo la dirección del maestro Falcón Sanabria.

José M. Fernández, director de La Pasión y, a su vez, del grupo de Teatro del barrio -Talía-; manifestaba que, sus principales objetivos eran los de atraer la atención hacia Las Coloradas de las autoridades y ciudadanos de las Palmas de Gran Canaria; hacer una llamada de atención hacia sus condiciones de vida y dar un aldabonazo en la conciencia de todos los que miran a Las Coloradas, olvidándose de que allí viven personas y, en segundo lugar, la de crear una tradición que perdurara en el tiempo; para ello iba a poner a disposición su experiencia y conocimientos adquiridos como profesional del teatro en las compañías de Valeriano León y Aurora Redondo, y en el Teatro Popular Español.

Manifestaba también que, al venir de vacaciones a Gran Canaria su esposa, Esther de Fernán, también actriz e intérprete de la Virgen María en varias ocasiones, se enamoró de la isla y se quedaron en Las Coloradas, contagiando inquietudes teatrales a niños y jóvenes.

De entre los actores y actrices, -bien profesionales y aficionados o vecinos de Las Coloradas, que participaron en cada una de las treinta representaciones que se celebraron durante seis años, algunas de ellas con setecientos participantes, destaca el papel de Jesús, encarnado por el actor canario Paco Acosta (1970 y 1971), que se trasladaba desde Madrid al efecto.

Difícil seguir enumerándolos a todos; ahí quedan para la historia las interpretaciones exquisitas de los que interpretaban a: la Virgen María, María Magdalena, la Verónica, Judas, Pilatos, Barrabás, Caifás, Anás, Nicodemus, José de Arimatea, Ángeles, Centuriones, Apóstoles, Romanos, Escribas, Sacerdotes y Fariseos, Soldados… Y, por supuesto, la participación de las mujeres y hombres, niñas y niños del barrio de Las Coloradas, principalmente en papeles de pastores y gentes del pueblo de Jerusalén.

José Suárez, miembro del Grupo de Teatro “Talía”, que interpretó algunas veces a Jesús (de 1972 al 1975); a la pregunta de por qué no se dejaba barba al efecto, manifestó algo que resultó bastante anecdótico: “Porque estoy haciendo el servicio militar en el Regimiento de Artillería.94 y no he querido molestar allí para que me permitiesen dejarme la barba”.

Estrella Rodríguez Domènech, vecina de Las Coloradas desde hace más de cincuenta años, recuerda la combinación social y cultural que tuvo la representación de ‘La Pasión’ en el barrio. Su participación en la obra incluyó muchos aspectos, desde la ayuda con la preparación del evento, hasta la interpretación de varios papeles en el reparto; Verónica será uno de sus personajes más recordados, pudiendo recitar hoy aún alguna de sus frases: ‘’Apartaos impíos, ni la cara de hombre le ha quedado, y todavía tiráis por él’’. La memoria de Estrella guarda gratos recuerdos de aquellos montajes teatrales que, si bien muchos de los actores y figurantes eran amateurs, la entrega y el compromiso por la obra hacía que, junto al espacio, el texto fuese aún más fidedigno, hasta el punto de ‘’un año, mientras el personaje de Cristo subía al Calvario y era azotado de manera ficticia por un soldado, un vecino de aquí, de La Isleta, saltó sobre el romano para frenar los latigazos y salvar a Jesús, era todo muy realista’’. Muchas son las historias de bambalinas que se vivieron en el barrio con motivo de la celebración de este gran evento, de cuya memoria Estrella rescata el hecho de ‘’La Pasión acababa a las tantas de la noche en el Bar de Brunito -situado donde hoy se encuentra el Restaurante El Padrino- hacía un tremendo caldero de huevos duros para dar de comer a los participantes’’.

Óscar Montesdeoca Cruz, que interpretó a Barrabás en varias ocasiones -era maquinista de rotoplana-, manifestaba lo siguiente al periodista José L. González Pérez, en entrevista de 1971 que no le gustaba el teatro, pero que si participaba en La Pasión era por el barrio y, para visibilizar la precariedad de sus vidas; y continúa: ‘’si bien la situación era inhumana, tenía a gala presumir de lo que hubieran logrado con muchísimo esfuerzo, con la unión y solidaridad de todos los vecinos y sin la ayuda de nadie”. En cuanto a la logística en el barrio, detalla, “Pagábamos a cada vecino 40,- pesetas semanales por la luz (a motor), que cuando no fallaba por un cable el motor, fallaba por la batería descargada y que funcionaba desde las 06,30 horas hasta que terminaba la programación de la televisión. También se pagaban 100 pesetas mensuales para la recogida de la basura domiciliaria; lograron que un micriobús hiciera un servicio de transporte (Las Coloradas/La Isleta), que les costaba 3,- pesetas los días laborables y 5,- los festivos; los propios vecinos nos organizábamos para comprar cubas de agua, para el suministro del hogar.’’

Las distintas representaciones de La Pasión y Muerte de Jesús, gracias a las gestiones realizadas por los miembros de la Asociación de Cabezas de Familia, tuvieron la colaboración y patrocinio del Cabildo de Gran Canaria, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, las Delegaciones Provinciales del Ministerio de Información y Turismo, el de Cultura y, la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria.

SE INICIAN LAS OBRAS DE LA URBANIZACIÓN 

LAS COLORADAS.

Para terminar, reproducimos el texto de la nota de prensa que la Asociación de Cabezas de Familia de Las Coloradas, cursaba a toda la prensa, tres años después de iniciarse las representaciones de la Pasión y Muerte de Jesús:

El día 12 de febrero de 1973, será una fecha que quedará grabada con letras de oro, en la larga historia de este modesto barrio porteño que es Las Coloradas, pues han culminado con éxito, las largas gestiones durante años y años, de esta Asociación y por fin han empezado las obras de urbanización y esperamos verlas concluidas dentro de pocos meses si Dios quiere.

Verdaderamente era emocionante el ver a algunos vecinos que, desde muy temprano, esperaban la llegada de los tractores y camiones, aún con la duda de si lo que estaban viendo era sueño o realidad, y en el preciso momento de comenzar el movimiento de tierra, la alegría y la emoción fue tal que hubo vecinos que no pudieron contener las lágrimas, especialmente entre los más ancianos”.

Para la posteridad y para la memoria colectiva de futuras generaciones, nos queda en Las Coloradas la nomenclatura de sus calles, nominadas después de la apoteosis que supuso el desarrollo de La Pasión en el barrio, pudiendo observar la Avda. Semana de la Pasión -rotulada en 1994- y las calles María Dolorosa, Jesús Nazareno, Verónica y los apóstoles Pedro, Juan, Santiago y Mateo.

Finalmente, por nuestra parte, agradecer la valiosa colaboración de Kevin Truillo, administrador de la página de Facebook “Fotografías antiguas de Las Coloradas en Las Palmas de Gran Canaria” y de la informante Estrella Rodríguez Domènech, que interpretó en algunas ocasiones a la Verónica.

Por último, poner en valor las fuentes de las que nos hemos valido para confeccionar este trabajo, gracias a los exquisitos reportajes publicados en el periódico La Provincia, a cargo de los periodistas: José A. Alemán (diciembre de 1970); A. O’shanahan (abril de 1971) José L. González Pérez (1971) y J.M. Balbuena (marzo de 1972) y, en El Eco de Canarias, José Martín Ramos (abril de 1974).