miércoles, 26 de febrero de 2020

EL CARNAVAL TERMINÓ, LO QUE PASE DE AHORA EN ADELANTE ES OTRA COSA


Por Pedro José Franco López.
Autor del Libro: "MASPALOMAS EL CARNAVAL"

La Sardina se murió y la fueron a enterrar 25 
palanquines un cura y un sacristán.

Le pese a quien le pese, el Carnaval, propiamente dicho se terminó, lo que suceda a partir de ahora en los pueblos canarios, debería llamársele de otra manera. 

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Todo tiene su fin y, como no podía ser menos, también los días del Carnaval llegan a su término. El Entierro de la Sardina, como en todos, pone fin al jolgorio, y lo pone en el mismo tono de diversión que se ha vivido en el transcurso de los alegres días anteriores, aunque con el inevitable punto de melancolía que provoca el despedirse de un grato acontecimiento y, ya sabemos, la Cuaresma acecha en la próxima esquina.

En Maspalomas, nace el Entierro y Quema de la Sardina por el año 1985, así como el acto de Lectura del Testamento de la Sardina -exclusivo del Carnaval de Maspalomas-. Durante casi una década el Testamentario es el propio Alcalde del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, papel que asume con gusto, pues lo aprovecha para poner ciertos comentarios jocosos, irónicos y humorísticos en boca de la Sardina y de esta manera, “sacarse las espinas” que, durante el año, le clavaban: la Oposición, la Prensa, las “manos negras”, Etc.

La Sardina es paseada por las principales calles de la zona turística de Maspalomas, en una procesión llena del histrionismo de las “desconsoladas viudas” y los “doloridos” políticos que se sacan la penúltima foto a costas del Carnaval. Y en el escenario del Yumbo, ante la expectación de los residentes y la mirada atónita de miles de turistas, se incineran sus carnes y su espinazo ante el estruendo de una pirotecnia que marca el inicio del Carnaval siguiente.

¿DE DONDE VIENE EL ENTIERRO
DE LA SARDINA?

La tradición se remonta al siglo XIX y simboliza el inicio de la Cuaresma y la prohibición de comer carne todos los viernes antes de que del comienzo la Semana Santa.

Según dice la historia, el entierro de la sardina es una costumbre que procede del siglo XIX y que simboliza el inicio de la Cuaresma -es decir, los 40 días que faltan hasta el Domingo de Ramos- y la prohibición de comer carne todos los viernes antes de que dé comienzo la Semana Santa. Se simboliza con una sardina porque, según dicen, es lo que consumía la población con pocos recursos en aquella época.

El Entierro de la Sardina es la victoria de don Carnal. El Entierro es para otros la victoria de don Carnal sobre doña Cuaresma, es una fiesta pagana, de la mitología y del fuego.

Como y cuando aparece el Entierro de la Sardina: El rey Carlos III celoso guardián de las tradiciones cristianas, se le ocurrió organizar una fiesta un Miércoles de Ceniza, con el propósito de que el pueblo cumpliera con el deber de no comer carne durante la Cuaresma. A la fiesta, mandó llevar sardinas para paliar el hambre, pero hizo tanto sol ese día que empezaron a descomponerse hasta el punto de que el mal olor que desprendían impidió que se pudieran comer. Fuera porque los transportistas se hubiesen declarado en huelga, o porque hubiera alguna cláusula de lentitud en el tratado pesquero de la época, cuando los cocineros destaparon las cajas de sardinas se desprendió tal hedor que Su Graciosa Majestad revocó la primera orden y dio una segunda: que las sardinas fueran enterradas inmediatamente en la Casa de Campo, donde seguiría la fiesta. Este hecho, lejos de aguar la fiesta, la animó, ya que el pueblo organizó, con no poco buen humor, el entierro de las sardinas putrefactas y, con ello, se deshicieron de su mal olor. En vez de cumplir con el proyecto inicial de enterrar la carne, los madrileños de entonces enterraron el pescado. Y allí se inició la tradición del entierro de la sardina. Desde entonces, año tras año, se celebra esta curiosa procesión.

El renacimientos del Entierro de la Sardina se remonta a mediados del siglo XIX, cuando un grupo de estudiantes de Madrid, que se reunían en la rebotica de la Farmacia de San Antón, decidieron formar un cortejo fúnebre presidido por una sardina, que simboliza el ayuno y la abstinencia, queriendo revivir el festejo carnavalesco que se celebraba en Madrid el Miércoles de Ceniza. Tal vez, lo que nunca pensaron es en las inmensas proporciones y popularidad que, andando el tiempo, renacería esta fiesta.