Por Pedro José Franco López
Antes de julio de 1969, en que alunizó, por fin, una nave espacial en la superficie de la Luna, fueron cuatro -4- las naves tripuladas (los Apolos 7, 8, 9 y 10), los que, con sus trabajos de investigación y puestas a prueba, hicieron posible que se cumpliera aquel sueño y promesa del Presidente John F. Kennedy (pisar la Luna antes de 1970).
Como quiera que ya dimos cuenta de: "El 7 y el 8, los Apolos del 68". Ahora damos cuenta de los Apolos 9 y 10, decisivos para el éxito total del "Apolo 11".
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La conclusión final de los
Vuelos de los Apolos 7 y 8 (en los que la Estación de Maspalomas tuvo tan alto
papel protagonista), fue que, su éxito fue tal, que se adelantaron los Vuelos
del "Apolo 9" y "Apolo 10", al objeto de poner un Hombre en
la Luna antes de mitad del año 1969 (cosa que ocurriría en julio de ese mismo
año).
El 3 de marzo de 1969, la
tripulación del Apolo 9, compuesta por Jim McDivitt, Rusty Schweickart y Dave
Scottdesde, despegó desde el Centro Espacial Kennedy, en el módulo de mando
"Grumdrop" y, como una de las principales misiones, la de probar el
módulo lunar, llamado "Spider".
Los miembros de
la NASA que vivieron este acontecimiento, lo más recordado es el éxito obtenido
en el primer ensamblaje de Spider (el módulo lunar) que se fue
alejando de Gumdrop (el módulo de mando) hasta una distancia
de 160 kilómetros y, por supuesto, el paseo espacial de Schweickart, que duró
unos 37 minutos. Esta salida estaba destinada a probar el traje espacial que
habría de ser utilizado en el descenso a la Luna y que estaba valorado en 100.000
dólares (de los de 1969) cada uno de ellos.
CONTACTO CON MASPALOMAS
(Estación Espacial de Gran Canaria).
-Crónica de Rodríguez del Pino-, por
teléfono.
"Quince minutos después
de haber sido lanzada, la cápsula "Apolo '9" entró en contacto con
los equipos de seguimiento de la Estación de Maspalomas, para perderse diez
minutos más tarde. A las seis menos diez se registró un segundo paso de la nave
espacial, que finalizó a las seis en punto. En todo momento se recibieron datos
técnicos y biomédicos relacionados con el vuelo y sus protagonistas, todo ello
dentro de la normalidad que parece ser característica de los difíciles misiones
del Proyecto Apolo.
A las 9 horas y 52 minutos
de la mañana del día 4 de marzo, se realizó el tercer seguimiento, cuando los
astronautas procedían a realizar su órbita número diecisiete".
No se volvían
locos en la NASA al momento de ponerle nombres a las naves y módulos. Algo que
para el resto de los mortales son asuntos de máxima importancia, ellos se lo
tomaban un poco a cachondeo (lo que parecía ser muy saludable).
Así tenemos que la nave principal,
cuando la vieron los astronautas por primera vez, estaba envuelta en plástico
para protegerla durante el transporte, lo cual le confería unos colores
irisados, casi como una golosina. Alguien dijo que parecía una gominola y así
quedó: Gumdrop.
Entre las principales anécdotas está
la de el día en que Schweickart sufrió náuseas y mareos y llegó a vomitar una
vez dentro de la cabina. Casi la mitad de los astronautas lo experimentan
durante sus primeras horas en ingravidez. Pero lo que en condiciones normales
no pasaría de ser una molestia, podía ser cosa de vida o muerte cuando se iba
equipado con un traje espacial. Un pegajoso bolo de vómito flotando en el
interior del casco podía ahogar o asfixiar al astronauta.
La tripulación
del Apolo 9 volvió a la Tierra el 13 de marzo de
1969. Quedaba una sola prueba más, que se le encargaría al Apolo 10: en esencia, repetir lo que acababan de hacer
pero esta vez en órbita lunar.
El ensayo general se fijó para mayo. Si todo iba
bien, el 11 quizás –solo quizás– podía ser el que, por fin, se posase en la Luna.
A las dieciséis
y cuarenta y nueve minutos (hora canaria), del 18 de mayo de 1969, el vehículo espacial
"Apolo X" y su cohete portador "Saturno V" serían lanzados
desde Cabo Kennedy rumbo a la Luna, llevando consigo a los astronautas Thomas P. Stafford,
como comandante de la nave; John W. Young, piloto del módulo de comando, y
Eugene A. Cernan,
piloto del módulo lunar.
Durante ocho
días, unos y otros llevaron a cabo varios experimentos al término de los cuales
se facilitó en gran manera la feliz consecución del alunizaje de la Nave Apolo
XI en la superficie lunar en julio del mismo año.
A todo
esto, siempre con un alto papel protagonista de la Estación Espacial de
Maspalomas.
TODO LISTO EN GRAN CANARIA
-MASPALOMAS-
Para esa
fecha de mayo de 1969, la Estación Espacial de Gran Canaria se hallaba
preparada para el seguimiento de esta nueva misión. Su localización geográfica dentro
de la red de vuelos espaciales tripulados era de primer orden, por lo que la atención
de las restantes estaciones esparcidas por el globo terráqueo estaban puestas
en los datos que desde Maspalomas se emanaban. De hecho fue el centro terrestre
más cercano al vehículo en el momento en que éste se colocó en órbita alrededor
de nuestro globo.
Por medio
de una antena de banda lateral unificada de seis metros de diámetro, la
Estación de Maspalomas captaba la posición de la nave espacial, pudiendo
comunicarse con los astronautas, al tiempo que recibía información y transmitía
órdenes.
Por otra
parte, las comunicaciones por voz y teletipo con el Centro de Vuelos Espaciales
de Houston, punto neurálgico de la citada Red, quedaban aseguradas por la
Estación de Comunicaciones por Satélite que la Compañía Telefónica Nacional de
España tenía instalada en Maspalomas.
Entre el anecdotario, el Apolo 10 fue
la primera misión en llevar una cámara para televisión en color
en el interior de la nave espacial, e hizo las
primeras transmisiones de televisión en color en vivo desde el espacio.
De su correcto desarrollo
dependía directamente que el Apolo 11 despegase o no rumbo a la Luna en los
plazos previstos. Tras los éxitos consecutivos de las misiones Apolo 7, 8, 9 y
10, la NASA había logrado lo imposible en menos de un año: probar todos los
elementos del programa Apolo en misiones tripuladas sin que se produjese ningún
contratiempo digno de mención. La Luna estaba al alcance de la mano. La promesa
del fallecido presidente John F. Kennedy de pisar nuestro satélite antes de
1970 podría cumplirse después de todo.
HE TENDIDO MI MANO Y TOCADO EL ROSTRO DE DIOS
Antes de su
partida con destino a pocos kilómetros de la superficie lunar, los astronautas
del "Apolo 10" colocaron dentro de su somero equipaje un poema de
John Gillepie Magee, Jr. Según fuentes cercanas al Centro de Control Espacial,
dicho Poema sería leído poco antes de su vuelta a la Tierra.
Este es el
Poema del "Apolo 10" en traducción libre:
"He roto los ásperos vínculos que me unían a la
Tierra, bailado por los cielos, sobre alas sonrientes de plata.
Hacia el sol me he escapado, uniéndome a la
confusión regocijada de nubes hendidas por sus rayos y hecho cien cosas.
No puedes siquiera soñar cómo he girado, subido y
balanceado, alto, arriba, en el silencio iluminado por el Sol.
Revoloteando, persiguiendo el viento alborotado, me
he arrojado con mi ansiosa nave a través de flotantes corredores de aire hacia arriba,
al delirante y ardiente azul donde nunca voló la alondra, ni aún el águila.
Mientras empujaba mi mente hacia
arriba el silencio, he apoyado mi pié en la santidad alta e inviolada del
espacio.
He extendido mi mano y tocado
el rostro de Dios".