Por Pedro José Franco López
Hoy, día Internacional de La Mujer/2020, me viene a la memoria.
Terminada la jornada laboral en la aparcería, muchísimas jovenes de las cuarterías de los alrededores, venían a la Casa de Josefita López, situada frente mismo a la actual Casa de la Guardia Civil (dónde ahora un bloque de viviendas de cuatro plantas), para aprender a Coser, Bordar, coger Puntos a las Medias, etc.
Y es que mi madre, Josefita López y mis hermanas: Trinidad, Olga y Eduvigis, se prestaban para todo, hasta las "cuatro reglas" le enseñó a mucha chiquillería de las Cuarterías.
Con ingenio y, a la luz de las velas, la luz de carburo o el quinqué, se las apañaban para que llegara algún duro extra a la economía familiar.
Las chicas, a la vez que aprendían a coser y/o bordar, hacían sus vestidos de ir a Misa o a los bailes de la Sociedad de Pedro Vega, en el Tablero.
Y, en lo que se refiere a las clases de bordar, las chicas, a la vez que aprendían, (si ya estaban pedidas y comprometidas muy en serio y, con fecha de boda a la vista), adornaban su Ajuar en las máquinas Alfa que mi madre compraba a plazos y: bordaban bellas ilustraciones en Manteles, Sábanas, Colchas, Fundas de almohadas y "marcaban" con las iniciales de su nombre y primer apellido las toallas y, hasta paños de cocina.
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